31 Dec 2012

ACTORES EN LUCHA

Juan Diego Botto, Carlos Bardem, Antonio de la Torre, Alberto San Juan y Tristán Ulloa. Cinco de los actores más conocidos y reputados de España hablan de su oficio, de la crisis, de la subida del IVA y de las alternativas del gremio. ¿Qué harían si fueran jóvenes de 25 años en paro?


JUAN DIEGO BOTTO



No hay una manifestación importante en la que no se le vea. Madrileño de origen bonaerense, huyó de su país junto a su familia cuando tenía tres años: su padre fue uno de los 30.000 desaparecidos que se cobró la dictadura militar argentina. Hoy es uno de los actores de cine más reputados de España. Pero no solo eso, también dirige y escribe obras de teatro, en las que funde modélicamente esos dos conceptos de tan irregular simbiosis como son el arte y el compromiso ideológico. En su último trabajo, Un trozo invisible de este mundo, (que escribe y protagoniza) habla de temas que le tocan muy de cerca; la represión, el exilio, la inmigración y el desarraigo. Un éxito de crítica y público.

Como actor, siente que le llegan menos proyectos, más baratos y con un sueldo bastante menor. “Hoy los ayuntamientos pagan con mucho retraso. Mucha gente que se ha arruinado porque ha tenido que adelantar el dinero a todo el equipo. Solo sobreviven proyectos muy comerciales, financiados por Telecinco y otras grandes cadenas”.

Como la mayoría de sus compañeros, Botto ve la subida del IVA como un ataque premeditado: “Creo que está encaminada a mermar el consumo de cine. Es un ataque en toda regla”. Y a toda acción le sigue una reacción: “Un ataque así genera unión entre los actores. No creo que estemos tan unificados ideológicamente. Es la crisis lo que nos une. Hay que batallar si queremos que algo cambie”.


CARLOS BARDEM



Aunque algunos le conocen por ser hermano de uno de los actores más reconocidos a nivel mundial, ha demostrado ser mucho más que eso. Además de ser guionista y novelista, su papel en Celda 211 le ha consagrado como uno de los secundarios de lujo del cine español. En el cine ha interpretado a muchos tipos duros, pero en la realidad se muestra mucho más reflexivo. “En un país con más de cinco millones de parados, donde cada vez hay más peligro de exclusión para más gente, encarecer de manera descabellada las entradas a espectáculos solo se explica desde la ideología y las ganas de destruir un sector mayoritariamente contestatario con el poder”. Para él, la medida recaudatoria no tiene ningún sentido: “Es una simple vendetta. Lo único que se consigue es paralizar producción y distribución. Y por extensión abocar al paro a cientos de miles de familias”.

Como solución: la protesta ciudadana: “Desgraciadamente, no creo que den marcha atrás. Ni en esto ni en otras políticas nefastas. No a menos que la ciudadanía se oponga con mucha más fuerza a la estafa política, social y económica que vivimos”.

Bardem se siente a gusto en el colectivo de actores y lo concibe como un grupo “muy activo en las movilizaciones sociales, y no solo por sus demandas sectoriales sino en las del resto de la ciudadanía”. Preguntado sobre las críticas de ciertos sectores que acusan a su familia de ser millonarios de izquierdas, afirma que ese es un tópico apestoso: “Es inmundo criticar a alguien que está bien por defender las reclamaciones de quienes lo tienen peor. Es propio de gente mezquina y envidiosa”.

Desempleo, precariedad, inestabilidad laboral… El panorama que espera a los jóvenes actores es desalentador. Pero Bardem se muestra optimista y reivindica un oficio “maravilloso y vocacional” que define como un delicioso veneno: “Si tuviera 25 años y acabara de salir de la escuela me prepararía para luchar muy duramente por trabajar en algo que está castigado y atacado desde el poder, Quieren convertir el teatro en una actividad perseguida, calumniada y estigmatizada. Pero no pueden. No hay profesión más hermosa”.


ANTONIO DE LA TORRE




Sus fugaces apariciones como extra en películas de los años 90 lo confirman: Antonio de la Torre es el mejor ejemplo de actor empecinado, de voluntad inquebrantable y paciencia infinita, capaz de recorrer todas las productoras en busca de un papel y de esperar más de una década hasta poder demostrar que es uno de los mejores actores de España. Visceral y absolutamente verídico, sus papeles en Azul oscuro casi negro, Gordos y Balada triste de trompeta dejaron de piedra al público y toda la industria cinematográfica española.
“Yo tengo mucha suerte porque juego en la Champions en un momento en el que le va muy mal a casi todo el mundo. Y tengo una sensación agridulce y contradictoria”.

Hoy afirma que, pese a las dificultades, volvería a hacer lo mismo: “Si tuviera 25 años haría lo mismo que hice, ir a todas las productoras a dar el coñazo a todo el mundo”. Anima a los jóvenes actores a juntarse y crear grupos de teatro, “como lo hizo mi amigo Alberto San Juan con Animalario”.

De la Torre resume la situación política con una metáfora: la prudencia entra por la puerta y la moral sale por la ventana. “Todo el mundo sabe que la subida del IVA está perjudicando mucho el consumo de cultura. Para mí la cultura es el conocimiento que lleva a formarte un juicio propio y crítico y por eso no interesa. Y sin cultura la sociedad queda prisionera. Es una involución en toda regla. Quiero pensar que el Gobierno puede reflexionar y dar marcha atrás. Pero para que eso ocurra la sociedad les tiene que dar la espalda, y es lo que está sucediendo”.

ALBERTO SAN JUAN




Es el sueño de cualquier actor: Terminar la escuela de interpretación, fundar una compañía, combinar la platea con la gran pantalla y alcanzar el éxito en ambos terrenos. San Juan predica con el ejemplo: “Lo que yo haría si tuviera 25 años sería lo mismo que hice: juntarme con mis compañeros, montar un grupo de teatro y ponerme a actuar”. El resultado fue Animalario, la compañía que fundó junto a Guillermo Toledo y que ha revolucionado la escena española con obras inolvidables como Alejandro y Ana, Marat-Sade y Urtain.

El actor, al que solemos ver en papeles cómicos, en un despliegue de carisma y sonrisa pícara, se muestra serio y beligerante. Hace un mes declaró en una entrevista en el El Mundo que no existen los intelectuales de derechas, “porque los intelectuales se definen por cuestionar el poder, y la derecha por definición defiende al poder y está en contra de la emancipación del hombre”. Pero tampoco concibe el colectivo de actores como un gremio revolucionario y unitario: “Eso de que los actores somos de izquierdas es mentira. Somos un colectivo como cualquier otro”.

San Juan no para de trabajar. Acaba de terminar la gira de Hamlet, dirigida por el reputado director británico Will Keen, ha estrenado hace poco Una pistola en cada mano, la exitosa comedia de Cesc Gay en la que actúa junto a Tosar, Darín y otros grandes actores del momento y está a punto de estrenar El amor no es lo que era, la opera prima de Gaby Ochoa. Aún así asegura que no tiene casi ningún proyecto por delante y que el “panorama está bastante complicado”, incluso para él. “Cada vez me llegan menos guiones y menos proyectos. Ahora mismo no puedo elegir en qué proyecto trabajar. Tan solo puedo elegir, trabajar o no trabajar”.

TRISTÁN ULLOA




Ha actuado en más de 20 películas y ha sido nominado cinco veces a los Goya, una de ellas como director novel de la película Pudor. Pero a Tristán Ulloa no se le caen los anillos y ante la carencia de proyectos en la gran pantalla apuesta por el teatro independiente, que ejerce actualmente como director en la compañía Adentro que ha estrenado En construcción, un proyecto que él mismo define como el “dogma del teatro”.

Nieto de exiliados, Ulloa siente que estamos viviendo la época más desesperanzadora de nuestra generación: “Están cortando nuestras esperanzas y causándonos una depresión anímica. Se respira tristeza, desilusión. Nunca recuerdo haber vivido esto antes. Mi abuela me contaba que desde la posguerra la gente no está tan tocada”. Aún así, no se rinde: “Hoy tenemos que hacer cooperativas y si los proyectos salen adelante cobraremos; si no, ya veremos. Hoy, para trabajar, hay que echarle más alma que nunca”.

Y en cuanto al colectivo de actores, también se siente optimista. Coincide con San Juan al afirmar que el estigma de los actores izquierdistas es un mito. Pero como Botto, opina que la crisis y las medidas de los políticos están uniendo al gremio. “Cada vez hay más comunicación entre nosotros. Antes cada uno iba a lo suyo. Se ha formado una mancomunidad que antes no había”.

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